Speed Girl | El costo del paraíso

Escucho en la lejanía la eterna música electrónica de la habitación gitana, siento los brazos de Mjhaela rodeándome la espalda, a la vez que yo abrazo a la pequeña Annika. Disfruto de la tibieza de nuestros cuerpos entrelazados y la última bruma del profundo sueño de hash. Mi mano se comienza a deslizar por la cintura de Annika, sin prisa alguna llega a sus muslos, mientras los acaricio me percato de lo delgados que son.

Perezosamente mi mano llega hasta su ombligo y comienza a hacer pequeños círculos a su alrededor, ella instintivamente arquea su espalda para acercarse más a mi cuerpo. Alentada por esta reacción, mi mano continua su viaje y ahora va en pos de sus senos, al llegar a ellos los siento pesados y grandes, mucho más grandes de lo que recuerdo..

Ante la duda abro los ojos y descubro que estoy abrazando a la pelirroja tetona, Lena. Un tanto preocupado, volteo para saber quién me está abrazando.. es Annika.  Me incorporo un poco para buscar a Mjhaela, pero ninguno de los otros dos cuerpos durmientes que están en la cama es el suyo.

Annika en su sueño se reacomoda y me abraza un poco más fuerte. Mi mano sigue acariciando las enormes tetas de Lena, que comienza a despertarse. Por aquello de que no hemos sido presentados oficialmente, mejor quito la mano, pero ella la pone nuevamente en sus tetas. Ya con permiso sigo acariciándolas, me gusta la sensación de sus pezones que ya estan empitonados, son gruesos y largos. Sus senos voluminosos, duros y tibios son toda una tentación.

Mientras mi mano juega con sus pezones, Lena atrapa mi pene y comienza a acariciarlo, separa las piernas dandome libre acceso a su sexo que recibe mis dedos con una húmeda bienvenida. Nuestras manos juegan libremente debajo de las cobijas por unos minutos, decidimos seguir en la regadera para tener más libertad y no incomodar a los cuerpos durmientes.

Mientras estábamos en la regadera uno de los cuerpos durmientes entró al baño, una chica de tez blanca, ojos marrones, cabellera larga y lacia y senos perfectos: no muy pequeños, no muy grandes, con forma de pera y pezones joviales que apuntaban al cielo. Lena, ni siquiera se inmutó y siguió con sus rítmicos movimientos y sus jadeos.

Mientras la chica de senos perfectos orinaba, nos veía coger con toda naturalidad, como quién esta viendo la tele. Así era la vida en la habitación gitana, sumamente natural, sin conjeturas, sin prejuicios y en general sin problemas. La habitación se convirtió en mi casa por un tiempo en el que tuve cuanto sexo podía desear con las habitantes de ese pequeño universo, quienes me adoptaron como integrante de la troupe.

Durante ese lapso aparecía esporádicamente algún chico, invitado por cualquiera de las habitantes, sin embargo la completa libertad de la habitación los asustaba y no se quedaban más que lo necesario.  Atrás de este paraíso se encontraban cantidades ingentes de droga y por supuesto un altísimo presupuesto para su compra. Pero el dinero también abundaba y como todo en la habitación era compartido sin recelo.

Tenían diferentes proveedores quienes gustosos acudían a vender cantidades semi-industriales de su producto, recibían su pago de inmediato y además siempre les tocaba una buena mamada de alguna de las habitantes para asegurar excelente calidad y trato. Tan buenas clientas eran que los mismos dealers movían a su gente para que no le pasara absolutamente nada a las habitantes. Alguno de ellos les acondicionó el nicho de la Santa Muerte para que las protegiera.

Principalmente me relacioné con Mjhaela, Annika, Lena y Martine (la chica de los senos perfectos), con quienes hice una buena amistad que coronábamos con largas charlas, discusiones filosóficas, actividades artísticas, maratones cinéfilos e intensas sesiones de sexo. Sin embargo después de casi tres meses y medio de dormir 2 horas, consumir Red Bull por litros y otros obvios excesos, decidí que el costo de este paraiso goliardo era muy alto.

Me costó trabajo alejarme de la habitación gitana, sin embargo seguí en contacto con la Speed Girl y demás habitantes, un par de meses después Annika y Mjhaela se fueron a Río de Janeiro, Martine encontró una novia que la regresó a Europa a seguir sus estudios de economía y Lena se convirtió en la flamante novia de un político que se la llevó a vivir a NY.

4 respuestas a “Speed Girl | El costo del paraíso”

  1. Hoy apareciste en mi pantalla… La vida camina y doy gracias a ella por haberte puesto en mi camino y enseñarme la belleza entre la pasión, el deseo, el anhelo y siempre… El sentimiento. Un beso. Candy

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