La misma sangre

La primera vez que ví a Daniela quedé encantado por su sonrisa. Aunque su pelo negro y ondulado, sus grandes ojos negros, su nariz respingadita, su breve cintura y su mirada coqueta la convertian en una mujer muy bonita, a mí lo que me encantaba era su sonrisa, esa sonrisa que derretía témpanos.

Ella era la asistente de recursos humanos de una empresa donde me presenté con el afán de conseguir mi primer trabajo. Aunque no me quedé con el puesto que pretendía, nos hicimos muy amigos y comenzamos a salir de inmediato.

Animadas conversaciones precedían el infalible momento en que dormitábamos, desnudos y extenuados, en la cama del departamento que su amiga nos prestaba un ratito cada semana. Aunque los dos hubieramos querido pasar toda la noche juntos, ella no podía llegar tarde a su casa.

Nuestros planes de salir a reventarnos siempre eran imposibilitados por quedarse a cumplir con sus deberes de madre, papel que desempeñaba  desde los 16 años, cuando tuvo a Nayeli. Como no podíamos salir de noche, aprovechábamos algún sábado para salir a pasear los tres.

Disfrutábamos los momentos que pasábamos juntos, sin que nos importara el futuro o los títulos de la relación, eramos dos escuincles de 22 años teniendo un free.

Así pasó el tiempo, dejamos de usar el depa de su amiga, ahora nos veíamos en el mío. Las visitas entre semana seguían siendo cortas pues debía llegar a su casa, pero al menos una vez al mes Daniela, Nayeli y yo pasábamos todo un sábado juntos.

Mientras celebrábamos sus 8 años, Nayeli le preguntó a su mamá si nos íbamos a casar.
-“No, nos vamos a casar”-
-“¿No es tu novio?”- preguntó Nayeli
-“Tampoco..”- respondio incómoda Daniela
-“¡¡Aaah que bueno, porque así puede ser mi novio!!”-

Daniela y yo soltamos la carcajada, Nayeli siempre había sido ocurrente, pero ahora si se había volado la barda.

3 años después, Daniela conoció a su actual esposo, y aunque intentamos ser buenos amigos no nos era posible, así que decidimos dejar de vernos. Fue una despedida forzosa y muy dolorosa.

Durante casi 10 años nos hemos mantenido sin contacto alguno, estoy seguro que los dos extrañamos esa amistad tan particular que teníamos, nuestros momentos juntos, las largas pláticas, la facilidad con que disfrutábamos de la compañía del otro, sin complicaciones de ningún tipo.

Hace poco mientras tomaba un café, pasó frente a mí un rostro muy familiar y aunque habían pasado algunos años me acerqué para ver si era quien yo pensaba, total no perdía nada.

Nos reconocimos de inmediato, nos saludamos con mucho gusto, nos abrazamos y comenzamos a charlar, ese día ella tenía prisa, pero quedamos de vernos la semana siguiente.

En ese re-encuentro y como si no hubiera pasado el tiempo, tuvimos una animada charla,  donde recordamos viejas vivencias, anécdotas chistosas, deseos incumplidos, sentimientos empolvados, ¡uff! tantas cosas que platicamos. Al final, terminamos desnudos y abrazados en la cama de un hotel cercano.

Con sus pequeñas diferencias, pero pareciera una copia de la primera vez. El pelo quizá no tan negro, pero igual de ondulado,  los ojos grandes y negros, la cintura un poco menos breve, nariz respingadilla. 

La sonrisa, el olor y el sabor son casi iguales, quizá tu sonrisa no derrite témpanos como la de Daniela, pero no cabe duda que llevas la misma sangre que tu mamá.

12 respuestas a “La misma sangre”

  1. Woooooow me quede frio sr. usted si q deja huella y no importa el pasar de los años aun asi y q dicha el de haber conocido a la perfeccion a madre e hija, ahora si q bonita familia pero q bonita familia!!! buen dia.

    1. Te puedo asegurar que cuando sucedió, yo también me quedé frío.
      Fue algo que me agarró completamente por sorpresa y hasta que Nayeli lo propuso, jamás había pasado por mi mente.

      Definitivamente un gran regalito de la vida.

      ¡¡Saludos Betote!!

  2. Es curioso como las situaciones que podrian considerarse “inapropiadas” para algunos, tu las conviertes en algo sutil… maravillosa cualidad la tuya! Insisto, por eso soy tu Fan No. 1!

  3. Sólo porque te conozco, de lo contrario pensaría que son divertidas fantasías. Te lo comenté en la tarde, tengo el plus de imaginarte en esas historias. Tiene mucha razón Sol, hacen de lo inapropiado……un genial estilo de vida.

    1. ¡¡¡Muchas gracias, que gusto contar con tu comentario!!!

      Y de verdad que nos conocemos, pues hemos compartido muchas cosas, entre ellas un estilo de vida muy sui géneris, una visión muy peculiar, excelentes anécdotas y buenas, muy buenas aventuras..

      ¡Saludos!

Responder a Fabyz Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *