Azul y negro | Segunda Parte

La cadena que me entregó era la típica correa de perro, con la diferencia que los eslabones estaban recubiertos en plata.

Al salir del restaurante, le puse la cadena a M, quien ronroneaba por el puro placer de verse con la correa puesta, la gargantilla de cuero era muy suave y tenía brocados el nombre de ella (M) y su propietario (D).

Decidímos pasearla en un parquecito de Polanco, es tranquilo, parece que está abandonado, casi no tiene visitantes y estaba a unas cuadras por lo que era una buena opción.

Ella caminaba delante de nosotros, con un andar provocativo, cuando alguien pasaba a su lado se tocaba los pezones o se agarraba las tetas, mostrándose a los transeúntes, quienes no podían mas que mirarla. Las reacciones eran diversas había quienes la admiraban, quienes movían la cabeza en son de disgusto, quienes apuraban el paso..

Uno de estos transeuntes le preguntó si podía tomarle una foto.

-Pregúntale a mi amo- le dijo al interesado, mientras volteaba a verme.
-Si, claro, ¿cómo la quieres?- respondí
-No, namás así, junto a ella- dijo nerviosamente
-No, no, ni que fuera una edecán de expo.. esta es una puta de calidad, así que siéntate en esa banca- le indiqué.

Un poco nervioso, se sentó en la banca, M se montó sobre él, y comenzó a posar mientras D les tomaba las fotos, tras unos 2 minutos en diferentes poses, el transeúnte tenía una erección más que evidente.

-Sóbale la verga- le indiqué a M

Ella de inmediato obedeció y comenzó a acariciar el pene por encima del pantalón. El transeunte estaba muy nervioso pero con una sonrisa de oreja a oreja.

Alrededor se comenzaba a hacer un grupo de gente, así que decidí que era suficiente de sesión fotográfica y seguimos nuestro camino. D no había dicho una sola palabra desde que salimos del restaurante, pero se veía tranquilo y satisfecho. Por si las dudas le pregunté como estaba.

-A sus órdenes-
-Bien, sigamos con el paseo-

Existe una glorietita en Polanco que es un excelente rinconcito para hacer muchas cosas interesantes, aunque está a la vista de todos, tiene la privacidad necesaria para casi lo que quieras. Estaba cayendo la noche, así que era perfecto, el día y la hora convertían ese rinconcito en un lugar secreto, aislado y completamente nuestro.

Una vez allí, M se sentó junto a mí, frotándose en mi cuerpo cual gatita apapachona. D se sentó un poco distanciado, para ver mejor. M y yo comenzamos a besarnos con cierta urgencia, pues el breve encuentro en el baño, el paseo y las fotografías nos habían despertado el apetito.

Nos comíamos a besos mientras nuestras manos recorrían todos los rincones del otro, podía sentir el calor y la humedad de su vulva en mi pantalón, sus pezones erectos y sus latidos acelerados me confirmaban su excitación. Liberó mi falo del pantalón y ávidamente lo comenzó a chupar, deseosa, hambrienta y muy excitada, toda una puta.

D, se sobaba el pene lentamente mientras veía a su esposa comerme la polla.

Mientras subía y bajaba, yo le acariciaba las nalgas y las tetas, tenía mucho antojo de sodomizarla nuevamente, así que me enfocaba en preparar ese culo para disfrutarlo.

Le ordené a D, que viniera a abrirle las nalgas a M para encularla. Inmediatamente hizo lo que le pedí, dejando el culo de su mujer en perfecta posición para que entrara mi pene.

-Métela- le ordené

Me agarró la verga y la dirigió al culo de su esposa, empujé mi cadera y de inmediato entró en ese delicioso resquicio.

D tenía la verga de fuera, completamente erecta, mientras separaba las nalgas de M para que yo la enculara, M movía las nalgas en un delicioso vaivén mientras gemía y ronroneaba.. Era una escena verdaderamente excitante.

– Pon el pañuelo sobre sus nalgas – ordené
D, se apresuró a extenderlo.
Una venida abundante bañó el pañuelo
– Ahora, Tú –
D no tardó mucho en llenar de su esperma el pañuelo también. Tomé el pañuelo, hice un pequeño atado con él y lo metí en el culo de M.
-No te lo puedes quitar hasta que lleguen a su casa-

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