Alta, delgada, de pelo negro y rizado, con los ojos brillantes, la sonrisa de concurso y esa voz ronquita que le dá un toque super sexy, Lore no ha cambiado mucho; quizá un par de kilos más y distribuidos perfectamente.
Para mi fortuna, me la he encontrado en la calle después de 17 años de haberle perdido la pista. Intercambiamos apuradamente números telefónicos pues su esposo la esperaba en la camioneta con una cara de no muy complacido, quizá por el apretadísimo abrazo con el que me saludó.
Una hora después recibí su llamada para preguntarme si esa noche podríamos cenar juntos, no les necesito decir que respondí con una afirmación del tamaño del mundo.
Tras mi emoción inicial, me golpeó la posible realidad de la cena: Lorena y yo, contando viejas anécdotas, riendo pletóricamente y explicándole el quién, el cómo y el porqué de cada cosa a su esposo, sin tocarnos mucho porque como dice aquella frase: “Fuel and matches” Continuar leyendo “La Condesa”