Como a las 8:00 a.m. en mi casa se filtra un rayo de sol que ilumina todo de forma muy particular, pues el color dorado del rayo de sol se mezcla con lo blanco y azúl de las paredes y dá como resultado una luz muy dramática.
D me montaba, los dos disfrutando plenamente, mientras ella subía y bajaba con lentitud, sin prisa, su respiración agitada acompañada por gemidos muy bajitos, más bien parecía que estaba ronroneando, sus senos botaban alegremente al ritmo que su cadera indicaba.
Sus dedos revolvían su cabello, ondulado, largo, fino y de un color almendrado. Su cabellera estaba totalmente revuelta, le cubría medio rostro y en momentos servía de telón para sus ojos, que me brindaban miradas muy seductoras.
Repentinamente el rayo de sol apareció en la habitación y se filtró a traves de su cabello, esto le dió un aura deliciosa que con su suave ronroneo, sus caderas subiendo y bajando rítmicamente, el color de su piel, su cabellera totalmente despeinada y su mirada, convirtieron ese segundo en una imagen que quedó grabada en mi mente para siempre.
Totalmente desnuda, su rostro sin maquillaje alguno, su pelo alborotado, su olor sin perfume alguno, con un poco de sudor corriendo por su torso y una sonrisa franca, la hacían lucir absolutamente hermosa.