Historias con Cuernos II

II Dalia y Adrián

Ya con unos 8 años en el ambiente SW, me había tocado vivir un poco de todo y definitivamente la historia con Dalia y Adrián es una de las más excéntricas. Es una de las historias con cuernos que bien vale la pena contar como prueba de las tantas posibilidades que el Cuckolding ofrece.

La primera vez que vi a Dalia, por supuesto que lo primero que me llamó la atención fueron sus impresionantes piernas y nalgas. Enfundada en unos apretadísimos jeans y un body color rojo esperaba al igual que yo entrar a una conferencia sobre “La Cultura de la Pornografía” que en el papel parecía muy interesante.

Mientras esperábamos acceder, yo me deleitaba viendo sus muslos de guerrera vikinga y nalgas ultra trabajadas por incontables horas de gimnasio. Más de una ocasión me atrapó viéndoselas y en algún momento hasta pareció posar para que las viera mejor.

Me senté a 2 sillas de ella y me dispuse a escuchar la conferencia. Tras 10 minutos de una verdadera pifia de conferencia, decidí salirme pero antes, quería disfrutar de la vista una vez más, así que pasé frente a su asiento.

En el lobby ya habían puesto el consabido ambigú con vino blanco en copitas de plástico para después de la conferencia.  Me detuve a tomar mi correspondiente copita. Mientras la bebía, vi que Dalia también abandonaba la conferencia. Caminó hacia la mesa y le ofrecí una copa.

Comenzamos a conversar muy amenamente y cuando nos dimos cuenta, ya llevábamos una buena cantidad de copitas cada uno. Finalmente llegó alguien para evitar que nos las acabáramos. Le ofrecí seguir la conversación con más copitas. – Conozco un buen lugar, muy cerca de aquí- me respondió.

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Historias con cuernos

3 Relatos de cuckolding

Desde hace unos años, existe una practica sexual que ha venido tomando fuerza y desarrollandose aceleradamente: El cuckolding. Si bien no es una práctica nueva, en los últimos 8 años ha tomado mucho auge, no solo en nuestro país sino a nivel global. La primera ocasión que estuve involucrado con este estilo de vida fue hace casi 25 años (¡Uuff, el tiempo vuela cuando uno se divierte!) aquí les dejo tres relatos de experiencias que he vivido relacionadas con el cuckolding.

I

Yo tenía 22 años, recién iba a cumplir 6 meses en mi primer trabajo como consultor y estaba en espera de la resolución para ver si la Empresa me daría mi contrato definitivo o no. Cuando recibí la llamada de RH para presentarme al Corporativo, llevaba los nervios a flor de piel.

-Toma asiento- dijo el Subdirector del área, sin quitarme la vista de encima mientras yo cruzaba su amplia oficina. Tras las preguntas de cortesía, tomó la carpeta con el reporte de mis evaluaciones y las notas de mis diferentes líderes de proyecto.

Un larguísimo e incómodo silencio llenó la oficina mientras él repasaba mi expediente. Finalmente cerró la carpeta, me escrutó una vez más. Se puso de pié y con un llano “Acompáñame” salió de la oficina mientras se ponía el saco y ajustaba su corbata. Salí casi corriendo tras de él, confundido y mucho más nervioso que cuando había llegado. Pensé que nos dirigíamos a la oficina de RH, pero no. Tomamos el elevador, cruzamos el estacionamiento y nos subimos a su auto. Todo, sin mediar palabra.

Una vez fuera del estacionamiento, me preguntó:
-¿Estas casado?-
-No- Le respondí
-¿Novia?-
-Si-
-Ok-

Comenzamos a hablar de trivialidades y tras un breve trayecto, estacionó el auto y lo seguí al interior de una casa. Yo estaba completamente desconcertado, sin saber qué estaba pasando.

Nos sentamos en la mesa del comedor, ya dispuesta con 3 lugares para comer, un minuto después me presentó a su esposa mientras se sentaba con nosotros. Una vez que la chica del servicio comenzó a servir la comida, el ambiente se relajó y disfrutamos de una agradable comida. Los primeros minutos fueron esencialmente mi entrevista de selección. Cuando su esposa tomó las riendas de la conversación, los temas fueron muy variados. La comida y sobremesa se extendió casi 3 hrs. Afortunadamente, era viernes y yo estaba con el Subdirector, así que no había premura ni preocupación alguna.

El lunes siguiente, recibí el correo de RH que indicaba la fecha y hora en la que me tenía que presentar a firmar mi contrato definitivo. A partir de esa fecha, casi cada jueves recibía un mensaje del Subdirector citándome en su oficina, siempre terminabamos comiendo en su casa.

En ese momento, él tenía 55 años y su esposa 47. Desde la primera comida en su casa, ella siempre se vestía elegante pero con un toque sexy; Ya fuera un escote, una transparencia, una falda corta o una prenda ajustada, pero siempre había un toque sexy y coqueto en su indumentaria.

Las primeras ocasiones, solo tomábamos agua, posteriormente la botella de vino hizo su aparición en la mesa. Ya con un poco de vino todos, entrábamos en pláticas más personales e íntimas. Ella se desabrochaba uno o dos botones, acariciaba la entrepierna de su esposo, separaba un poco las piernas, muy sutilmente se recorría los labios con la lengua y su tono de voz se volvía provocador.

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