Un poco de estrés

Al abrir la puerta para recibir a mis nuevos huespedes, apareció frente a mí una mujer mayor, muy bajita y con una mirada muy dulce. Me sonrío tímidamente y señaló hacía la cajuela del auto que las había traído. Instintivamente seguí la indicación y me dirigí a ayudar con las maletas que Guadalupe, su hija, estaba intentando bajar. Unos minutos después, Guadalupe y su mamá estaban instaladas y descansando de lo que parece fué un largo viaje.

No había pasado más de media hora cuando Guadalupe bajó para preguntarme dónde estaba la farmacia más cercana. Se podía sentir su estrés y preocupación. Su delgado rostro, mostraba unas enormes ojeras y aunque sus facciones eran bonitas, la tensión la hacía tener una mueca todo el tiempo.

Tras una breve llamada a la farmacia, invité a Guadalupe a tomar asiento mientras le preparaba un té. Pude percibir que era la primera vez en un buen tiempo en que Guadalupe se tomaba un respiro. Comenzamos a charlar y así fue que me comentó que venían a la ciudad para que operaran a su mamá y que los últimos 3 días habían sido muy estresantes, pues había tenido que preparar todo para el viaje: pedir permiso a su trabajo, conseguir el alojamiento, los boletos de avión, los estudios que los médicos solicitaban y sobre todo cuidar todo el tiempo a su mamá, para que no hubiera ninguna complicación para la cirugía.

Hacía unos 10 minutos que se había sentado, cuando su celular empezó a sonar. Era su mamá, que preguntaba qué y cuándo comerían. Sus facciones, que se habían relajado un poco con el té y la charla, nuevamente se crisparon y tras preguntarme dónde estaba el supermercado más cercano, salió corriendo, dejando atrás su taza de té sin terminar.

Una vez que comieron, la mamá se subió a descansar un poco. Mientras tanto Guadalupe se encargó de limpiar la mesa, lavar los trastes, la estufa y guardar los víveres que había comprado. Apenas había terminado de hacer todo esto, cuando volvió a sonar su celular.. Nuevamente era su mamá que ya había despertado y preguntaba si podían salir a caminar un poco.

Tras regresar de su caminata, Guadalupe preparó todo para que su mamá tomara una buena ducha, mientras ella preparaba la cena. A la par que cocinaba, charlamos un poco más y me pidió si más tarde le podía regalar otro té, pues le había gustado mucho.

Después de haber dado de cenar a su mamá, lavar nuevamente los trastes, limpiar la cocina y atender los requerimientos de su mamá antes de acostarla, Guadalupe me pidió le prepara otro té. Se veía exhausta, pero al menos su mamá ya estaba dormida y podía disfrutar de unos minutos de tranquilidad.

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Nuevas historias

El inicio de un nuevo capítulo

Hace unos años decidí experimentar una actividad distinta a lo que siempre había hecho y probar suerte en la industria del Hospitality por medio de una conocida plataforma.

Debo decir que esta aventura, que al día de hoy sigo llevando a cabo, me ha dejado vivencias muy positivas, en las que he conocido y compartido mi espacio, con gente de diversas nacionalidades, creencias, ideologías y profesiones.

Por supuesto, también me ha brindado nuevas y agradables experiencias sexys, que compartiré con Uds. en las siguientes entradas de este blog.

1.- La Buena Química

Cada ocasión que abres la puerta para recibir a un nuevo Huesped, hay un poco de nervio, emoción y expectativa, pues nunca sabes quién(es) está(n) del otro lado de la puerta y estos primeros segundos ayudan a descubrir qué tipo de conexión y empatía habrá. Un poco como una cita a ciegas.

En esa ocasión, al abrir la puerta para recibir a quien sería mi Huesped por 7 noches, me encontré con una joven espigada, de ojos grandes y expresivos, pelo lacio muy largo, con una agradable sonrisa y al igual que yo, con una ligera expectativa en la mirada.

La invité a pasar para mostrarle su habitación y darle el tour a la casa. Desde el principio hubo una buena conexión, se sentía una vibra muy positiva y agradable.

Unos minutos después de haber dejado su equipaje y refrescarse un poco tras el viaje, estábamos sentados con un vaso de agua de jamaica, platicando como si nos conocieramos desde hace tiempo. Me platicó que era química y venía a la Ciudad de México para tomarse unas vacaciones, visitar algunos muséos y asistir a un famoso festival de música que iniciaría el jueves siguiente.

La plática continuó de forma muy fluida y ella propuso cambiar el agua de jamaica por algunas cervezas. Unas horas después éramos como grandes confidentes. De manera casi instintiva, habíamos ido acercando nuestras sillas y ahora estábamos muy cerca.

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Bendito desorden

Acostumbrándose a la escasa luz, mi mirada va paseando por la habitación. Empiezo a reconocer los objetos que se encuentran al derredor y a mi mente llega una idea de Saramago que comparto completamente:

..a la espera, como siempre están las cosas, todas ellas, que de eso no pueden escapar, es la fatalidad que las gobierna, parece que forma parte de su invencible naturaleza de cosas.

Al lado de la cama, descubro una de tus medias, inerte y solitaria. Su lustrosa sedosidad y transparencia delatan su calidad, y sin embargo para nada luce espectacular como ayer por la noche que enfundaba alguna de tus piernas. Más allá reposa tu pequeño bolso de mano, sobrio, elegante pero abierto y con sus habituales contenidos regados en completo desorden sobre una pequeña mesa, donde fueron a parar tras la imperativa búsqueda de un escurridizo frasco de aceite que compraste para la ocasión. Continuar leyendo “Bendito desorden”

Al ritmo de tus pasos

Te descubrí por una mera y feliz casualidad mientras cenaba con unos amigos en un restaurante argentino. Sé que es un cliché pero así es como te disfruté por primera vez. A la mitad de la cena y sin mayor aviso que el sonido de un tango, entraste en mi vida.

Lo primero que vi fueron tus largas piernas ataviadas con medias de red,  siguieron tu vestido largo con una desafiante abertura en el costado, tu pelo perfectamente alisado y recogido en una vistosa trenza, adornado por un tocado floral. Tus ojos aceituna. Tus manos expresivas de finos dedos y tu piel, blanca como alcatraz. Continuar leyendo “Al ritmo de tus pasos”

La calma antes de la tormenta

Recorro con la mirada el largo listón de satín con el que te he inmovilizado. Tu piel almendrada, el rojo satín, la seda negra de tus medias y  el exquisito encaje de tu lencería se conjuntan en un armonioso juego de colores y texturas.

La última luz de la tarde entra por las ventanas donde comienzan a aparecer cientos de pequeñas luces, como luciérnagas inmóviles que se hacen cada vez más brillantes. La venda que rodea tus ojos no te permite disfrutar de este pequeño espectáculo.

Haz  agudizado tu oido para suplir la vista, intentas saber dónde estoy, pero es hasta que rozo tu espalda que sabes que estoy a tu lado, me acerco a tu oído y con voz muy baja te digo un par de frases que te mantienen excitada. Continuar leyendo “La calma antes de la tormenta”

La Condesa

Alta, delgada, de pelo negro y rizado, con los ojos brillantes, la sonrisa de concurso y esa voz ronquita que le dá un toque super sexy, Lore no ha cambiado mucho; quizá un par de kilos más y distribuidos perfectamente.

Para mi fortuna, me la he encontrado en la calle después de 17 años de haberle perdido la pista. Intercambiamos apuradamente números telefónicos pues su esposo la esperaba en la camioneta con una cara de no muy complacido, quizá por el apretadísimo abrazo con el que me saludó.

Una hora después recibí su llamada para preguntarme si esa noche podríamos cenar juntos, no les necesito decir que respondí con una afirmación del tamaño del mundo.

Tras mi emoción inicial, me golpeó la posible realidad de la cena: Lorena y yo, contando viejas anécdotas, riendo pletóricamente y explicándole el quién, el cómo y  el porqué de cada cosa a su esposo, sin tocarnos mucho porque como dice aquella frase: “Fuel and matches” Continuar leyendo “La Condesa”

El arte de caminar

Tras conocernos por internet (¿Seguro debe haber otras formas, no?) y chatear un par de ocasiones, quedamos de vernos en un café rimbombante para ver si la química se hacía presente.

La verdad es que no sabía bien a bien qué esperar, me habías mandado una foto de hace unos años, la plática si bien era interesante a veces se atoraba un poco, la primera ocasión que me llamaste no pudimos charlar mucho pues estaba ocupado, las llamadas subsecuentes tampoco fueron de antología que digamos, así que yo iba a ver qué salia.

Mientras te esperaba, comencé a leer un libro que acababa de comprar, resultó mejor de lo que esperaba así que a los 5 minutos estaba embebido en él. A los 20 minutos, tu llamada me sacó de trance:

-“Voy retrasada, pero llego en 5 minutos”-

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La luna del bajío

Cobijado por una luna llena espectacular, llegué a la fuente donde habíamos quedado de vernos.

Me recibiste con una sonrisa franca que me hizo sentir confortable, tus ojos de avellana estaban llenos de nerviosismo e incredulidad, pues habíamos compartido muy poco, unas cuantas horas a lo mucho, y aquí estábamos en el lugar menos pensado con toda la noche por delante para descubrirnos.

Durante la cena, las ocasiones para reir no faltaron, nuestras miradas fueron saciando su curiosidad, las historias fueron acompañantes perfectos para nuestros platillos, que al igual que las palabras eran abundantes y deliciosos. Nuestras inquietudes poco a poco se fueron desvaneciendo dando paso a la curiosidad y abriendo interesantes posibilidades.

Al llegar el postre, estaba cierto de querer pasar más tiempo contigo, aunque tus ojos me secundaban, aún me quedaba la duda si era mutuo el interés. En cuanto subimos al auto disipaste la duda con tu beso urgente, sorpresivo y apasionado que marcó el rumbo de la noche. Continuar leyendo “La luna del bajío”

Una nueva piel

El deseo de descubrir nuevas texturas, una nueva topografía, el olor particular, su humedad y su sabor van creciendo con cada prenda que le quito, es casi como abrir un regalo de navidad.

Aunque hayas hecho lo mismo “N” veces, siempre es un placer descubrir una nueva piel. Recorrerla para encontrar sus particularidades, dejarte recorrer por estos nuevos labios, hacer el mapa de los rincones de su cuerpo, encontrar los puntos álgidos de su sensualidad, aprender los recovecos que tiene para mostrarte, descubrir su peculiar forma de gemir, de tocar, de sudar.. Continuar leyendo “Una nueva piel”