Sometiendo al corazón

A casi 2 meses de su partida, el corazón la sigue buscando.

Ya sea en la cama donde extraña su tibieza, ya sea el sonido de su voz, o el aroma de su cuerpo, el corazón la sigue amando. En constante dolor por su ausencia, en constante arrepentimiento por dejarla ir, en constante melancolía por su recuerdo, el corazón le sigue perteneciendo.

La razón, en vano, le intenta explicar los motivos que la alejaron, le intenta hacer entender que ella ya no está, que tiene una nueva oportunidad de ser felíz y que debemos cerrar ese capítulo, pero basta una canción, un ligero soplo de la memoria para que el corazón dé un vuelco, preguntando cual infante si volverá, si podrá perdonar y brindarnos una oportunidad.

Con la esperanza acaparada, el corazón inventa miles de escenarios en donde la pudiera recuperar. Una y otra vez se disfraza de su risa, de sus palabras, lo veo buscar en los rincones la felicidad que su presencia le brindaba, pero no está y con ojos de reproche, le cuestiona a la razón porqué no le demostró el enorme amor que sentían.. ¿porqué dejaste que el orgullo te ganara? ¿porqué permitiste anidar la desconfianza? ¿porqué no detuviste la ira? ¿porqué no me dejaste hablarle? ¿porqué no me permitiste sanar? ¿porqué, porqué, porqué?

La razón no es capáz de sostenerle la mirada, lo único que atina a decir en voz muy baja es: lo siento, lo siento, lo siento.

“¡Busquémosla, reinventémonos, sé que podemos hacerlo, podemos cambiar para bien, podemos hacerla felíz, podemos ser felices juntos, lo podemos arreglar, lo TENEMOS que arreglar, no puedo extrañarla más!” el corazón enardecido intenta animar a la razón, -“Ella no quiere, huyó de mí, no de tí, tiene un nuevo corazón.. ya no es tiempo”-

Pero eso el corazón no lo entiende, vuelve a su búsqueda, deja de hablarle a la razón, quien tambien trabaja en cambiar, en mejorar, no quiere que suceda de nuevo, secretamente tambien anhela una nueva oportunidad.. pero eso el corazón no lo entiende.

Mientras el corazón se afana en amarla, la razón se ocupa en someterlo, sin embargo es imposible detener un mar de sentimientos y nuevamente el corazón se desborda, nuevamente su tristeza me inunda, nuevamente me enuentro amándola, nuevamente deseo estar con ella..

Lo sigo intentado, pero aún no puedo someter el corazón.

El momento de la verdad

Dormir en el centro de la cama, mudar mi ropa al que fuera su clóset, ver el espacio vacío que sus cosas dejaron, sentir en los huesos su silencio, habitar el que fuera nuestro espacio, abrir la alacena, un clóset, una caja, la lavadora, el baño o cualquier cosa y encontrar un recordatorio de ella, recordar día a día nuestro universo, nuestras frases.

Este es el momento de la verdad, el polvo de la pelea se ha asentado y el panorama es claro. Desolador, pero finalmente claro: He alejado a la mujer de mi vida, así de llano y crudo.

Atrás quedaron los sueños, los proyectos, los deseos compartidos, atrás quedó el amor.

Me veo en el espejo y como nunca antes en mi vida, veo reflejada mi soledad. Es justo ahora cuando tengo que comenzar a moverme, romper la inercia de la separación, reevaluar absolutamente todo y comenzar de nuevo. No tengo el menor deseo de recomenzar, pero lo tengo que hacer.

No queda otra dirección mas que adelante, no sé que me encuentre en este camino que hoy comienza, pero no tengo otra opción mas que seguirlo, al principio con un paso lento y tambaleante, con el deseo de pronto tomar vuelo y encontrar nuevamente en el espejo mi reflejo completo.

Mi tabla de salvación adoptó la forma de una frase, que repito insistentemente ante cada embate de la memoria: “Salta valiente, salta”. En ella he volcado mi resto, apuesto lo muy poco que me queda en estas tres palabras.

Justo ahora es el momento de la verdad: o te paras o te mueres.