Speed Girl | La habitación gitana

Tras entregarme el papel con sus datos y citarme a las 11 de la mañana, Mjhaela desapareció en la zona de privados. De manera casi inmediata mi amigo se materializó a mi lado:

-“Sabía que se entenderían..”-
-“¿Porque hablamos inglés?-
-“No, porque los dos están bien pinche loquitos”-
-“¿La esperamos o que prosigue?”-
-“No, ya se la llevaron. Está flaquilla pero tiene mucho jale”-

Al día siguiente llegué al hotel de mala muerte donde vivía Mjhaela, una verdadera pocilga que olía a humedad y estaba cayéndose a pedazos, sin que nadie me preguntara nada llegué a la habitación 409.

Después de un beso y abrazo de bienvenida, me invitó a su habitación, que estaba ocupada mayormente por una cama king size atiborrada de ropa que se revolvía con las sábanas y las cobijas. no había más que un buró al lado de la cama y estaba repleto de envases de Red Bull vacíos.

En una pared colgaban varias banderas y posters de paisajes europeos. Había un gancho del cual colgaban cinturones, otro donde había brassieres y otro con collares, los tres a reventar.

En otra pared había un nicho a la Santa Muerte, iluminado por muchas series navideñas, que prendían y apagaban incansablemente y de forma caótica. Colgado de una de las múltiples series navideñas había un gancho de plástico en forma de círculo del cual pendían muchas pelucas: rubias, pelirrojas, castañas, negras, verdes, azules, largas, cortas, lacias, chinas, había de todos colores y formas.

Otra pared tenía un largo espejo, que era iluminado por una extensión naranja de uso rudo a la que le habían adaptado 4 focos. Debajo del espejo había una repisa repleta de labiales, maquillajes, cremas, pinturas para uñas, pañuelos, algodón, etc.. En el piso vivía un batallón de zapatos revueltos. Por encima de ellos colgaban más series navideñas con luces azules y moradas que prendían ordenadamente, Mjhaela se peinaba frente al espejo.

La última pared estaba tapizada con bolsas, chamarras, abrigos y sweaters. Debajo de ellos había varios lienzos, algunos estaban en blanco, otros tenían bocetos y otros pinturas a medio terminar. En esa pared había una cortina de baño morada traslúcida que separaba la habitación del baño. La habitación era en el mejor de los casos una pequeño universo gitano.

Mjhaela me pidió que me sentara, no había otro lugar más que la cama para hacerlo, así que me senté en la orilla, hasta ese momento me percaté que había música electrónica de fondo y que se escuchaba el agua de la regadera.

Al poner mis manos en la cama para recargarme, un montículo de ropa y cobijas se movió repentinamente al mismo tiempo que lanzaba un pequeño quejido. -“Sleepyhead”- dijo Mjhaela con toda naturalidad. Segundos después salió del baño un hombre calvo, con panza chelera y una toalla amarrada a la cintura, me saludó con la cabeza y se dirigió al lado opuesto de la cama donde me encontraba.

No sabía bien a bien que estaba pasando, Mjhaela comenzó a hablar en ruso-rumano-nosequé y una voz de mujer le contestó desde la regadera. -“He´s leaving soon”- me confirmó Mjhaela, el hombre estaba buscando su ropa entre el enorme revoltijo de la cama. Mientras removía ropa y cobijas de la cama, me pareció ver un par de piernas.

De universo gitano, esta habitación se estaba convirtiendo en caja de pandora. La cortina morada dió paso a una mujer desnuda: pelirroja, con unas tetas enormes y delgadas piernas. tenía un tupido monte de venus, también pelirrojo, de facciones duras y ojos verdes. Ni siquiera se extrañó de verme allí, me saludó con un “hola”  lleno de acento alemán y se sentó en la cama para ponerse crema sin hacer más aspavientos.

El hombre había encontrado la mayoría de sus prendas pero le faltaba la camisa, le preguntó a la pelirroja si la había visto, acto seguido la pelirroja jaló las cobijas hasta quitarlas de la cama. En la cama desnuda aparecieron la camisa y una pequeña rubia que se hacía ovillo para calentarse mientras su mano buscaba las cobijas. El hombre también se sorprendió al ver a la rubia debajo de las cobijas, terminó de vestirse apuradamente y antes de salir le entregó a la pelirroja unas bolsitas con marihuana y coca.

La pequeña rubia había vuelto a hacer su madriguera entre el revoltijo de cobijas y ropa, mientras Mjhaela y la pelirroja discutían en chuecosloveño sobre quién sabe que carajos, yo me sentía en el interior de una carroza de circo balcánica. Mientras Mjhaela se terminaba de arreglar, me dediqué a escudriñar cada parte de la habitación, como si estuviera jugando “donde está Wally”. La Pelirroja me hizo un par de preguntas mientras terminaba de ponerse crema, al final se acercó a mí y atrapó mi cara entre sus enormes tetas. Mjhaela le increpó algo en chuecosloveño pero al final se rieron un poco.

Cinco minutos después Mjhaela y yo cruzábamos la puerta principal del hotel con destino al sushi más cercano.

Una respuesta a “Speed Girl | La habitación gitana”

  1. No inventes noc ahora si me quede como vieja chancluda viendo la taranovela en viernes en el horario estelar y esperando el proximo capítulo jajaja q esta pendiente unas carnes asadas. cuidate y un abrazo

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