Speed Girl

Después de escuchar desfilar nombres como: Rubí, Esmeralda, Jenifer, Britani, Estefani, Desiré y Natali, el nombre de Micaela se me hizo un tanto extraño.

En el escenario se encontraba una Desiré que cumplía con el perfil de todas las bailarinas que la precedieron: cabellera teñida, pupilente de color, rasgos inconfundiblemente mexicanos, voluptuosa (léase harto tetona y/o nalgona gracias a una buena post-producción) y utilizando los mismos 10 o 12 pasitos para bailar.

Cuando anunciaron por segunda vez a Micaela nadie hizo caso, pues los pocos asistentes a este table se encontraban asediados por una treintena de teiboleras que sabían, que esta iba a ser una noche lenta e intentaban sacar lo más posible. El amigo que me había arrastrado hasta acá con el pretexto de acompañarlo, estaba perdido entre 3 chicas que peleaban por quitarle sus billetitos, mientras yo miraba para todos lados, francamente aburrido.

La presentación de Micaela fue completamente ignorada pues nadie la recibió con un fuerte aplauso tal como pedía el sonido local. En el escenario apareció una chica espigada, de pocas curvas y contrario a los canones del vestuario del table, traía un vestido floreado nada ajustado, nada atrevido, nada de lycra, un vestido común y cualquiera. No traía las zaputillas que tan famosas han hecho las teiboleras, las había sustituido por un par de sandalias y por si fuera poco traía un enorme sombrero de playa. En verdad se había equivocado y estaba lista para caminar en cualquier costera.

Pocos advirtieron su presencia, pues estaban sacando ventaja de la sobrepoblación de teiboleras. Yo no perdí de vista a la chica de la playa, que en silencio se puso frente al tubo y permaneció inmovil unos segundos, hasta que empezó a escucharse su música elegida: “Boys wanna be her” de Peaches, otra decisión fuera de lo común, esta no era otra Rubí.

Empezó a mover las caderas siguiendo el ritmo de los provocativos riffs, cuando Peaches comenzó a cantar, desapareció el sombrero, descubriendo una larguísima cabellera rubia platinada, unos ojos azules preciosos y la inocente chica playera se convirtió en toda una predadora. Al final de la canción había logrado que los asistentes aplaudieran, silbaran, gritaran y hasta aullaran.. sin necesidad de quitarse el vestido.

Aprovechando la poca concurrencia del lugar me senté a lado de la pista para no perder detalle de Micaela, justo a tiempo para reconocer “Ready to go” de Republica como su segundo número, otra excelente canción fuera de los canones teiboleros.  Al terminar la mini intro de guitarra acústica y explotar la canción, Micaela hizo explotar el lugar quitándose el vestido de un solo movimiento, quedando completamente desnuda, sin preámbulos, sin rodeos, simplemente ready to go!

Los gritos no se hicieron esperar y Micaela se encargó de que nadie dejara de hacerlo durante toda la canción, mientras bailaba y nos presumía su físico, un tanto difícil de describir, pues era muy femenino con curvas en los lugares correctos pero a la vez parecía que debajo de esa blanquísima piel tuviera una armadura de combate, ya que se le marcaban los músculos pero sin llegar a ser demasiado atlética.

Durante su rutina en el tubo, me quedó claro como es que tenía ese físico. Lo hacía ver sumamente fácil: subir despacio y sensualmente para descender de forma acrobática sin perder la estética, deteniéndose a la mitad de una pirueta para ofrecernos un gesto lascivo que incrementaba nuestros gritos y deseos.

De alguna forma quedó de frente a nosotros, a media altura del tubo, sosteniendose con sus manos, se veían sus biceps tensos por el esfuerzo y su abdomen, hace unos segundos plano, suave y sugerente, ahora estaba zurcado ligeramente por las líneas de sus abdominales. Mantuvo esta posición y separó las piernas, dejando ver una vulva tan rosa como el algodón de dulce y un púbis depilado casi en su totalidad salvo una pequeña franja vertical de rubio vello.  No conforme con los gritos que esto había provocado, bajó su mano derecha y por unos segundos jugó con su clítoris y después abrió para nosotros esos rosados labios.

Mezclados con los gritos, aplausos y silbidos había gritos femeninos, volteé a ver a las demás bailarinas, muchas aplaudían y gritaban, definitivamente esta no era otra Estefani.

Glory Box” de Portishead era su tercer canción, Micaela estaba desnuda y recostada en el piso, acariciándose y moviéndose muy despacio. Sus pezones con pequeñas areolas rosas estaban erguidos y a la espera de ser acariciados, no pasaron desapercibidos por mucho tiempo pues Micaela empezó a apretarlos entre sus dedos, primero muy suavemente y con delicadeza, pero en momentos los jalaba con mucha fuerza. Todos estabamos admirados por el espectáculo y la euforia de la canción anterior se había tornado en contemplación, no había gritos, aplausos o silbidos, simplemente estabamos en silencio dejando a Micaela tener un momento privado frente a todos.

En el escenario apareció un dildo metálico que hundió en su culo, se escuchó un corto gruñido comunal mezcla de placer, aprobación y asombro. Micaela siguió masturbandose frente a nosotros lo hacía en muchas posiciones a las que llegaba con movimientos que parecían mezcla de ballet clásico y danza contemporánea. Acostada, en cuclillas, de pié, boca abajo, boca arriba.. una sucesión de posiciones fluida y vertiginoza que nos daba oportunidad de ver cada rincón de su cuerpo y que nos transmitía todo el placer que estaba sintiendo.

Al terminar su actuación muchos de los asistentes hicieron a un lado a sus Rubíes, Gemas, Estefanis y Esmeraldas para cambiarlas por Micaela, quien sólamente bailaba privados, así que repentinamente había lista de espera para estar con ella. Mi amigo siendo cliente frecuente del lugar, tuvo el privilegio de ser el segundo en la lista. A su regreso me explicó la verdadera razón de traerme, quería presentarme a Micaela.

Hora y media después  llegó Micaela a la mesa. Por su vestimenta podría pensarse que estaba lista para ir al supermercado, con unos pantalones de mezclilla, una playera y botas vaqueras. Mi amigo me presentó e intentó explicarle porqué quería que nos conociéramos, pero el volumen de la música, su mal inglés y la cara de extrañeza de Micaela lo hicieron desistir, así que prefirió dejarnos solos, así conocí a Mjhaela, la Speed Girl Rumana

Comenzamos a hablar de la música que había escogido, a ella le entusiasmó que yo hablara inglés y que conociera las canciones. Con esto la charla aunque con muchas interrupciones iba por buen camino, sin embargo Micaela se fastidió de tener que gritar y que nos interrumpieran, así que me escribió la dirección del hotel donde vívía y me invitó a que la invitara a desayunar al día siguiente.

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