Los libros de mi vida

Qué convierte a un libro de un simple acompañante en cómplice, eso es algo que siempre me ha intrigado, cómo es que hay libros que terminan guardados en alguna repisa sin mayor pena ni gloria que quizá una frase que recordemos o la trama general. Pero hay libros que se convierten en guías, nos enseñan nuevos mundos, nuevos lenguajes o nos ayudan a comprender algo que hasta entonces escapaba a nuestro entendimiento.
Es aquí cuando un libro se convierte en parte de nuestra vida, cuando sella su destino  y se convierte en un libro viajero, que pasa de mano en mano compartiendo su secreto con el nuevo lector, si éste tiene las mismas características que el anterior es muy probable que su viaje siga. Si este nuevo lector no comulga con la magia del libro, el viaje será de retorno a su anterior lector, que nuevamente le ofrecerá un nuevo lector, quizá mas acorde a la aventura de ese libro.
Así es como adoptamos las palabras de alguien a miles de universos de distancia y los convertimos en grandes compañeros, amigos, cómplices, ídolos..
Cuando alguien me pregunta cuál es tu libro favorito, no puedo mas que darle una respuesta concreta, escueta pero sobre todo, lejana a la verdad. Si intentara decirle todos mis libros favoritos, debería contar cada historia, y explicar cada complicidad, y eso es mucho para una sola conversación.
Agradezco infinitamente a Pablo Neruda por haberme obsequiado las palabras justas y precisas que fueron la llave para abrir las puertas del paraíso y conocer la textura de una piel femenina, por ser un fiel acompañante en esos años adolescentes en que sus canciones de amor, sustituían mis torpes graznidos de novato.
A Alberto Ruy Sánchez debo agradecer haberme enseñado en uno de sus jardines secretos, como la tibia caricia del sol matutino exalta la piel y el corazón, que se puede dejar una marca duradera, profunda e invisible con tan solo la calidéz de la mirada.
Al buen Marqués de Sade, que me ayudó a comprender con su filosofía en el tocador, los obscuros mecanismos que mueven las almas perversas. Almas que sin su ayuda no podría haber disfrutado a plenitud.
Xavier Velasco me regaló tu rostro de niña emocionada, ese momento en que descubriste y disfrutaste por primera vez la lectura. Un diablo guardián que te hizo reír, llorar y devórarlo con pasión. Violetta me enseñó una forma nueva para hacerte feliz, para hacer que tus ojos se iluminaran y tu sonrisa me inundara el corazón.
Anton Myrer puso en mis manos la oportunidad de tender un puente entre mi papá y yo cuando más lejanos estábamos, aunque habitáramos la misma casa. Gracias al último convertible pude comprenderlo, compartir su gran amor por los autos, llorar con él y verlo por primera vez como lo que será para mí hasta el día de mi muerte: una invaluable guía,  un gran ser humano y sobre todas las cosas, Mi Padre.
A Samuel Beckett le debo las infinitas horas que pasamos esperando a Godot, primero platicando, después besándonos y al final abandonados en caricias, sabiamente Godot jamás llegó, lo que nos dió muchísimo gusto, pero no desistíamos y volvíamos al día siguiente para esperarlo.
No recuerdo ni el título, ni el autor pero la historia de una chica de campo y su vida en la ciudad, durante la era victoriana, fue uno de los libros que más he disfrutado, pues es quizá el único libro que he leído en voz alta. Las lúbricas correrías de esta chiquilla nos mantuvieron encerrados todo un fin de semana, con la piel perlada en sudor, el corazón alebrestado y la voz un poco ronca.
Los labios del agua fueron mi primer visita a Mogador, Alberto Ruy Sánchez nos hizo una Isla casi idéntica a la que estábamos, nos dió una amorosa historia en la que nos perdimos, pintó escenas en las que nos imaginamos, e intuyó tu sabor marino de sirena en el que me impregné. Lo único que no pudo imaginar era lo vibrante que era compartir los atardeceres contigo.
Los muslos de Potasia, un libro que conseguiste fuera del metro y que costó 7 pesos. Jamás había leido un libro sin un solo signo de puntuación, al principio es complicado, pero después se convirtió en algo muy divertido, la historia es bizarra, con sus altos y sus bajos, pero al final es un libro completamente distinto, y que puede ser la metáfora perfecta para el tiempo que estuvimos juntos.
Hay muchos libros más que se han convertido en cómplices y parte de mi vida, pero creo que es tiempo de detener este recuento.

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