La luna del bajío

Cobijado por una luna llena espectacular, llegué a la fuente donde habíamos quedado de vernos.

Me recibiste con una sonrisa franca que me hizo sentir confortable, tus ojos de avellana estaban llenos de nerviosismo e incredulidad, pues habíamos compartido muy poco, unas cuantas horas a lo mucho, y aquí estábamos en el lugar menos pensado con toda la noche por delante para descubrirnos.

Durante la cena, las ocasiones para reir no faltaron, nuestras miradas fueron saciando su curiosidad, las historias fueron acompañantes perfectos para nuestros platillos, que al igual que las palabras eran abundantes y deliciosos. Nuestras inquietudes poco a poco se fueron desvaneciendo dando paso a la curiosidad y abriendo interesantes posibilidades.

Al llegar el postre, estaba cierto de querer pasar más tiempo contigo, aunque tus ojos me secundaban, aún me quedaba la duda si era mutuo el interés. En cuanto subimos al auto disipaste la duda con tu beso urgente, sorpresivo y apasionado que marcó el rumbo de la noche.

La luna nos escoltó durante el breve recorrido que se nos hizo una eternidad, pues el deseo de estar solos era apremiante.

En cuanto cerramos la puerta nuestros cuerpos comenzaron la búsqueda del otro, con besos y caricias desaparecimos mutuamente la ropa que en este momento ya era un extra.

Me tenías preparadas ricas sopresas: Encontrar tu tanga completamente bañada, tus caderas exhuberantes y agradecidas, tus muslos firmes, tu ombligo sensible, tus hermosos pezones que dieron la bienvenida a mis labios, tu seductora voz y sus palabras que llenaban mi oido de gusto y deseo, pero sobre todo tus ganas de disfrutar sin más límite que el placer.

La luna, curiosa, se asomaba por la ventana iluminando con su claridad la cama donde nuestros cuerpos yacían extasiados. A la luz de la luna, tu vulva comenzó a exhalar la fragancia de su exitación nuevamente. Ese delicioso aroma que es aperitivo para el exquisito y suave sabor de tus jugos. Rendido ante esta invitación nuevamente comí embelesado tu delicioso fruto.

Por largo rato disfruté plenamente de tu cuerpo, no hubo rincón de tu piel en que no dejara la huella de un beso, suaves mordidas marcaron mis zonas favoritas, entré en tí de todas las formas posibles, cada una con el placer de sentir tu agitada respiración, tus suspiros, tus palabras, tus deseos y con el obsequio final de tu humedad. Así, disfrutándonos vimos como palidecía la luna.

Abrazados  y con la piel satisfecha nos besamos pues la luz matinal nos indicaba que era momento de separarnos, tras una noche corta como suspiro.

Al salir, el cálido abrazo del sol me recordó tu tibieza, que visitaré la siguiente luna llena.

3 respuestas a “La luna del bajío”

  1. Así pues, te salio lo Lícantropo.

    Y en un lujurio festín devoraste una nueva presa.

    Bien muy bien. Lastima que la Antropofogia no sea de tu interes aún. Que la noche se prestaba para ello.

    Abrazos carnales y fraternales

    1. Pues algún tipo de antropofagia practiqué, quizá muy light pues solo el zumo de su sexo me bebí..

      Como siempre, agradable encontrarle por acá.

      Saludos igualmente fraternales, mi buen Perverso.

  2. Auuuu, vaya q la luna hizo sus travesuras, rico, candente, cadencioso, me gustó!!

    Un beso, el café espero se nos de pronto, otro beso y un abrazo de termino de puente 😛

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