II Dalia y Adrián
Ya con unos 8 años en el ambiente SW, me había tocado vivir un poco de todo y definitivamente la historia con Dalia y Adrián es una de las más excéntricas. Es una de las historias con cuernos que bien vale la pena contar como prueba de las tantas posibilidades que el Cuckolding ofrece.
La primera vez que vi a Dalia, por supuesto que lo primero que me llamó la atención fueron sus impresionantes piernas y nalgas. Enfundada en unos apretadísimos jeans y un body color rojo esperaba al igual que yo entrar a una conferencia sobre “La Cultura de la Pornografía” que en el papel parecía muy interesante.
Mientras esperábamos acceder, yo me deleitaba viendo sus muslos de guerrera vikinga y nalgas ultra trabajadas por incontables horas de gimnasio. Más de una ocasión me atrapó viéndoselas y en algún momento hasta pareció posar para que las viera mejor.
Me senté a 2 sillas de ella y me dispuse a escuchar la conferencia. Tras 10 minutos de una verdadera pifia de conferencia, decidí salirme pero antes, quería disfrutar de la vista una vez más, así que pasé frente a su asiento.
En el lobby ya habían puesto el consabido ambigú con vino blanco en copitas de plástico para después de la conferencia. Me detuve a tomar mi correspondiente copita. Mientras la bebía, vi que Dalia también abandonaba la conferencia. Caminó hacia la mesa y le ofrecí una copa.
Comenzamos a conversar muy amenamente y cuando nos dimos cuenta, ya llevábamos una buena cantidad de copitas cada uno. Finalmente llegó alguien para evitar que nos las acabáramos. Le ofrecí seguir la conversación con más copitas. – Conozco un buen lugar, muy cerca de aquí- me respondió.
A unas cuadras de donde estábamos, llegamos a su departamento. Donde me presentó a Adrián, su esposo, quién me saludó muy cordialmente; Sacó un par de botellas de vino tinto y tras servir nuestras copas y darle un cariñoso beso en la frente a Dalia, simplemente desapareció para que pudiéramos seguir platicando,
La conversación era tan fluida como el vinito, el espacio entre nosotros cada vez era menos, hasta que llegamos a los deliciosos besos. Allí fue donde pregunté sobre Adrián. – Por él, no te preocupes, está de acuerdo –
Los besos se fueron intensificando y pronto empezamos a perder las prendas. Moría de ganas de besar esas piernas tan torneadas, así como sus nalgas redondas y duras. Nos disfrutamos enormemente en el sillón de la sala, posturas fueron y vinieron, gemidos, nalgadas, tirones de cabello, mordidas de cuello y como cereza del pastel, descubrir que Dalia era squirter. El sillón, al igual que nosotros terminó empapado.
Hicimos una pausa para preparar sándwiches, recuerdo la exquisita estampa de Dalia desnuda, con su tonificado cuerpo, aún perlado de sudor, preparando sándwiches a las 4 de la mañana. Allí fue que me explicó su relación con Adrián.
Hacía unos años, Adrián había iniciado la búsqueda de su espiritualidad y por lo mismo le daba nula importancia a los placeres carnales, sin embargo estaba consciente que su esposa era un ente completamente sexual. Hacía años que ya no tocaba a Dalia de forma sensual, erótica o sexosa. Pero ambos se complementaban en muchos otros aspectos y se seguían profesando mucho amor.
Adrián simplemente dejaba ser a Dalia y disfrutaba de verla feliz y saciada. No le causaba morbo, ni placer el ver, escuchar o saber que Dalia estaba con otros hombres, no le daba importancia alguna a esos actos, lo que a él le interesaba era que su esposa estuviera plena y satisfecha en un ámbito que a él no le era posible porque iba en contra de su objetivo en la vida.
-Primeramente empecé a coger con mis conocidos del gimnasio, pero no entienden el rol que les toca y empiezan a involucrar sentimientos, y eso se vuelve un problema.- Ella buscaba alguien con quien tuviera química en la cama y quizá una buena plática, pero nada más. Literalmente un “fuck-buddy” sin embargo debido a que era bastante cachonda los encuentros eran muy seguidos y sus fuck-buddies, querían volverse amantes o peor aún, novios o parejas.
El tipo de Cuckolding que ellos practicaban era uno sin morbo, que solamente ella disfrutaba pues para él era meramente una “proveeduría de servicios”. – Como cuando voy a dejar ropa a la tintorería, o a que me hagan las uñas-
Tuve la fortuna de ser “proveedor de servicios” de Dalia y Adrián unas 20 veces, cada una de ellas, realmente deliciosas, pues Dalia era una mujer que se entregaba completamente y no le asustaba disfrutar su sexualidad a tope.
Definitivamente una de las dinámicas de pareja más excéntricas en las que me ha tocado participar y en lo personal creo que una de las versiones de Cuckolding más “puras” que he conocido.