Al ritmo de tus pasos

Te descubrí por una mera y feliz casualidad mientras cenaba con unos amigos en un restaurante argentino. Sé que es un cliché pero así es como te disfruté por primera vez. A la mitad de la cena y sin mayor aviso que el sonido de un tango, entraste en mi vida.

Lo primero que vi fueron tus largas piernas ataviadas con medias de red,  siguieron tu vestido largo con una desafiante abertura en el costado, tu pelo perfectamente alisado y recogido en una vistosa trenza, adornado por un tocado floral. Tus ojos aceituna. Tus manos expresivas de finos dedos y tu piel, blanca como alcatraz. Continuar leyendo “Al ritmo de tus pasos”

Antiguos Placeres

Son las 3 y media de la mañana, estoy sentado en una banca de madera en la entrada de una viejísima vecindad del centro de la ciudad, tomo entre mis manos un pocillo de barro para calentarlas un poco.

El café de olla en su interior despide un aroma a canela y piloncillo que me urge a sorber un poco. El olor del puesto de quesadillas y la insistencia de la señora que lo atiende me convencen de pedir una quesadilla de quelites con queso.

Mientras espero mi quesadilla, la jovencita que mandaron a buscarte regresa, no me deja de escrutar con la mirada. Le dice algo a la quesadillera que no logro escuchar.

-“Que orita lo atiende..”- Continuar leyendo “Antiguos Placeres”

La calma antes de la tormenta

Recorro con la mirada el largo listón de satín con el que te he inmovilizado. Tu piel almendrada, el rojo satín, la seda negra de tus medias y  el exquisito encaje de tu lencería se conjuntan en un armonioso juego de colores y texturas.

La última luz de la tarde entra por las ventanas donde comienzan a aparecer cientos de pequeñas luces, como luciérnagas inmóviles que se hacen cada vez más brillantes. La venda que rodea tus ojos no te permite disfrutar de este pequeño espectáculo.

Haz  agudizado tu oido para suplir la vista, intentas saber dónde estoy, pero es hasta que rozo tu espalda que sabes que estoy a tu lado, me acerco a tu oído y con voz muy baja te digo un par de frases que te mantienen excitada. Continuar leyendo “La calma antes de la tormenta”

Las hermanas sabrosura

Todos los que hemos hecho uso de un gimnasio en algún momento de la vida, sabemos que uno de los grandes beneficios de acudir a este templo de bienestar, es el placer visual.

Y este goce estético es por igual para hombres, mujeres o quimeras, porque siempre habrá un cuerpo que te llene la pupila, sin importar tu género o preferencia.

Si además le agregamos que dichos objetos de deseo andan con ropas entalladas, minúsculas o reveladoras y que se presentan frente a uno en posiciones o movimientos sugestivos, con sonidos guturales muy emparentados con la lujuria y exhalando feromonas al por mayor, pues la visita al gimnasio se convierte en  una muy civilizada horchata. Continuar leyendo “Las hermanas sabrosura”

La hermosa cabrona

Aunque el Starbucks es un ecosistema con fauna muy específica, cada uno de estos locales tiene su propia personalidad.

El Starbucks en el que estoy tiene la peculiaridad de estar “escondido”,  si bien nunca le falta gente, no se encuentra en una avenida altamente concurrida y se pudiera decir que está inserto en una pequeña isla urbana que permite llegar a él sin mucha notoriedad y permanecer en su interior con discreción, aún con los enormes ventanales. Continuar leyendo “La hermosa cabrona”

Cinerótica | Shame

En la era de la Hipercomunicación donde el mundo está a nuestro alcance con tan solo unos clicks, donde las ideas se expresan (y lo que es peor, se publican) libremente, donde puedes estar en permanente contacto con millones de seres humanos y donde puedes encontrar ABSOLUTAMENTE cualquier cosa, en estos momentos que debieran ser la cima evolutiva de la humanidad.. la soledad nos invade y forza a buscar como librarnos de ella.. Continuar leyendo “Cinerótica | Shame”

La Terapia de la Pancita

-“¿Tú, con arrepentimientos?, ¡no mames!”- Disparó Cabrolina a quemarropa.

-“Ya tengo canas, qué quieres.”- Respondí en una pésima defensa.

Cabrolina me conoce desde hace por lo menos 18 o 19 años, Jamás nos hemos liado en algo que nos lleve más de 4 horas juntos, porque en el sobrenombre lleva la cruz, me lleva casi 30 años y por supuesto no me simpatiza.

Apareció en mi vida en uno de los lapsos de soltería más intensos que he vivido y ha sido testigo de muchas aventuras. Pero también me ha visto “hasta las manitas” por alguien. Así que conoce mis claroscuros a la perfección.

“Amiga” mordaz, directa, cabrona y en ocasiones muy ojete, es una de las personas que no busco a menos que verdaderamente sea necesario. Hoy fué una de esas ocasiones. Continuar leyendo “La Terapia de la Pancita”

Cielo nocturno

Imagino que estarán familiarizados con ese sentimiento tan peculiar que te llena cuando dedicas tiempo a admirar el cielo nocturno.

Esa sensación de suave bálsamo que la complicidad del cielo te brinda; el anonimato te inunda y mientras estés perdido observándolo no eres mas que un punto más en su inmensidad, te conviertes en parte de esa inmensa capa negra.

Mientras no eres nada mas que abstracta negrura, puedes repasar tus ayeres, para descubrir  cómo es que la suma de todos ellos se integran para convertirse en tu aquí y ahora. Así puedes aprender fórmulas que difícilmente serían coherentes en otros contextos.

Un enorme lienzo negro se tiende ante tí, donde puedes trazar ideas, bosquejar futuros, modificar actualidades y si no te gustan, con un simple movimiento de la mano puedes volver a empezar, puedes regresar al paso anterior y rediseñar lo que consideres necesario.

Cuando navegas sin rumbo existe un faro cuyos cráteres y blancura te pueden ayudar a recuperar el camino, ya sea que te bañes en su tersa luz para obtener el alivio de la soledad, o que se convierta en el vértice de un triángulo que te acerca a los ojos que en la distancia también la admiran.

Moviéndote en ese enorme oceano negro puedes descubrir todo tipo de cosas, pueden aparecer ante tí terribles quimeras, hadas con luminisencia de sabiduria, sirenas húmedas de pasión, ingeniosas voces revestidas de eurekas, fantasmas con maleta de abonero o suspiros ahogados del pasado.

Mientras observas los puntitos luminosos que conforman el tejido de la noche, puedes irles dando nombres a tus propias constelaciones, puedes ir dando jerarquías a tus propias cosmogonías, puedes ir acomodando tu pasado en sus diferentes órbitas.

Y cuando el aire frío de la madrugada te despierta, te das cuenta que llevas horas perdido en tu interior, siendo el cielo nocturno nada más el pretexto de la imaginación.

La Condesa

Alta, delgada, de pelo negro y rizado, con los ojos brillantes, la sonrisa de concurso y esa voz ronquita que le dá un toque super sexy, Lore no ha cambiado mucho; quizá un par de kilos más y distribuidos perfectamente.

Para mi fortuna, me la he encontrado en la calle después de 17 años de haberle perdido la pista. Intercambiamos apuradamente números telefónicos pues su esposo la esperaba en la camioneta con una cara de no muy complacido, quizá por el apretadísimo abrazo con el que me saludó.

Una hora después recibí su llamada para preguntarme si esa noche podríamos cenar juntos, no les necesito decir que respondí con una afirmación del tamaño del mundo.

Tras mi emoción inicial, me golpeó la posible realidad de la cena: Lorena y yo, contando viejas anécdotas, riendo pletóricamente y explicándole el quién, el cómo y  el porqué de cada cosa a su esposo, sin tocarnos mucho porque como dice aquella frase: “Fuel and matches” Continuar leyendo “La Condesa”