Durante un tiempo M y yo estuvimos en contacto, primero vía messenger y después por teléfono. Comenzó con un poco de apatía porque ambos teníamos mucho trabajo y para qué mentir, no muchas ganas.
Pero poco a poco se fué dando mayor empatía, ahora que leo nuevamente los mails, las despedidas pueden contar la historia por si solas:
-“bye, un saludo.”
-“cuídate, un abrazo”
-“muchos besos”
-“un abrazo apretado y muchos besos”
-“muchos, muchos besos bb”
-“muchos besos de los que te gustan”
Al ir evolucionando esta amistad, íbamos pasando más y más tiempo en el mess, en el teléfono hablando de muchas cosas y nada a la vez, lo que no faltaba era el cachondeo, ligerito en un principio y bastante explícito al final.
Por cuestiones de horarios e imprevistos y un poco de temor de su parte, habíamos aplazado el encuentro en algunas ocasiones, nuestras llamadas ya kilométricas terminaban invariablemente en suspiros, gemidos y ronroneos. Continuar leyendo “A veces la realidad supera la fantasía”