A veces la realidad supera la fantasía

Durante un tiempo M y yo estuvimos en contacto, primero vía messenger y después por teléfono. Comenzó con un poco de apatía porque ambos teníamos mucho trabajo y para qué mentir, no muchas ganas.

Pero poco a poco se fué dando mayor empatía, ahora que leo nuevamente los mails, las despedidas pueden contar la historia por si solas:

-“bye, un saludo.”
-“cuídate, un abrazo”
-“muchos besos”
-“un abrazo apretado y muchos besos”
-“muchos, muchos besos bb”
-“muchos besos de los que te gustan”

Al ir evolucionando esta amistad, íbamos pasando más y más tiempo en el mess, en el teléfono hablando de muchas cosas y nada a la vez, lo que no faltaba era el cachondeo, ligerito en un principio y bastante explícito al final.

Por cuestiones de horarios e imprevistos y un poco de temor de su parte, habíamos aplazado el encuentro en algunas ocasiones, nuestras llamadas ya kilométricas terminaban invariablemente en suspiros, gemidos y ronroneos.

Durante esas llamadas ambos inventábamos situaciones, atuendos, posiciones y hacíamos pirueta y media. Ambos con muchas ganas de vernos y finalmente tocarnos pusimos una fecha inamovible, pasara lo que pasara.

El día finalmente llegó, yo honestamente tenía el estómago tenso de la emoción, en espera de la llamada para confirmar nuestra cita, y esperanzado que no surgiera algo que evitara el encuentro.

A las 5 en punto llegó al lugar acordado, iba con un vestido muy agradable, corto, jovial y un poco transparente que la hacía lucir bastante sexy. Contrario a lo que esperaba no se sentó frente a mí, sino a mi lado; el primer beso fue muy agradable las manos apenas ya morían por acariciar y no perdieron tiempo yo recorriendo sus piernas y ella recorría mis brazos y rostro.

Mientras comíamos el toqueteo estuvo presente en todo momento, los besos y los gestos cada vez más atrevidos, hubo un momento en que nos entró la urgente necesidad de estar solos, así que salimos de allí lo más pronto posible y encontramos un lugarcito bastante agradable para poder estar a solas.

Una vez allí fue cuando la realidad superó la fantasía, pues me enseño que todo lo que me dijo por teléfono era posible y más, pasó por una amplia variedad de facetas:

De una gatita dulce y apapachona, a una gata de arrabal putana y experimentada, después toda una pantera agresiva y letal.. uff multiplicidad de personalidades de esta mujer.

Una vez mitigada el hambre, la “sobrecama” (cada vez me convenzo más que es muy agradable y hasta más confortable que la sobremesa), estuvo llena de chistes, de desmadre, guerra de almohadas y hasta luchitas en donde “La Mística” fue derrotada tras encarnado combate contra el “Perrucho malévolo” quién no se fue limpio..

Al final y con un beso bastante jugoso, nos despedimos fijando una nueva fecha inamovible.

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