Son las 3 y media de la mañana, estoy sentado en una banca de madera en la entrada de una viejísima vecindad del centro de la ciudad, tomo entre mis manos un pocillo de barro para calentarlas un poco.
El café de olla en su interior despide un aroma a canela y piloncillo que me urge a sorber un poco. El olor del puesto de quesadillas y la insistencia de la señora que lo atiende me convencen de pedir una quesadilla de quelites con queso.
Mientras espero mi quesadilla, la jovencita que mandaron a buscarte regresa, no me deja de escrutar con la mirada. Le dice algo a la quesadillera que no logro escuchar.
-“Que orita lo atiende..”-Mientras como mi quesadilla, paseo mi mirada por la vieja edificación, casi toda en ruinas. Tanques de gas, tendederos de ropa, unas delgadísimas escaleras cuyos escalones tan desgastados me hacen pensar en “La Piedad” del Vaticano, una miriada de macetas de diferentes formas tamaños y colores. Pero lo que más llama la atención es el deplorable estado de las paredes, no existe una que no tenga una profunda cuarteadura o que no se vean los quebrados ladrillos que la forman.
De alguno de los pisos superiores se escucha una voz: -“Que suba!!”- Segundos después de esta órden, la jovencita me indica que la siga. Subimos por las delgadas escaleras, a cada paso se siente el movimiento de la escalera, cediendo un poco ante el peso.
3 pisos más arriba entramos por una pequeña puerta de 2 hojas, antes de entrar veo que en la parte superior de la puerta están tallados complicados ornamentos, que ahora no son más que un amasijo de madera vieja y apolillada.
La jovencita me indica que me siente en un sillón barnizado de mugre, ella se queda de pié, escoltando el sillón que está frente a mí. Te veo aparecer, caminas despacio; Desde que apareces me cantas la letanía de los precios e intentas convencer que el servicio lo hagan entre Tú y la jovencita.
-“No vengo a cojer”- te respondo -“La quiero escuchar”
Pesadamente te dejas caer en el sillón que escolta la jóven. -“Entonces qué quieres?”
Te acerco 2 billetes de 500, antes de tomarlos preguntas nuevamente qué busco. Te comienzo a platicar cómo es que me enteré de tí y que llevo 3 fines de semana intentando localizarte, porque quiero escuchar las muchísimas historias que debes tener.
Finalmente aceptas los billetes, le pides un café y pan a la jovencita que se desaparece casi de inmediato.
-“¿Así que quieres escuchar a una vieja puta?”-
En mis adentros busco una respuesta que aligere tan contundente frase, pero además de que no la encuentro, no creo que te la creas.
-“Quiero escribir un libro de historias cachondas”- miento.
La jovencita entra con tu taza de café, unas piezas de pan dulce, y mi plato con lo que había dejado de mi quesadilla.
Durante casi una hora me preguntas porqué estoy interesado, qué quiero saber, como supe de tí, etc.. Al final comienzas a contarme como te robaron de tu pueblo para prostituirte en la ciudad cuando tenías 13 años, que a los 18 años ya tenías 2 hijas (que bajo tu tutela, siguieron tus pasos) y que muy rápido descubriste que te gustaba esa vida.
Me mostraste las fotografías de tu juventud, eras una joven muy atractiva. -“La verdad es que creo que siempre fui muy caliente, desde que estaba niña los hombres me gustaban; En el pueblo me gustaba espiarlos y verles su cosota.”-
Son casi las 6 de la mañana, llegan 3 de tus nietas y el esposo de una de ellas. Al igual que sus madres, son tus pupilas, el esposo es el taxista que las cuida.
-“Parece destino, pura pinche vieja buenota y caliente desde chiquitas, Esta cabrona solita, sin que nadie le dijera nada ya se andaba ganando la vida con las nalgas a los 10 años”-
Tu nieta se rie estruendosamente -“namás se las chupaba..”- “Pero ya cobrabas”- ahora se ríen las dos.
4 fines de semana seguidos te visité y la plática siempre fue muy amena y morbosa, en una de esas visitas tuve que esperar a que terminaras de atender a un cliente, un señor entrado en sus 60’s que al parecer te ha conocido desde hace mucho.
Al final me he enterado como volviste loco de amor al español que terminó firmandote las escrituras de la vecindad en que tu regimiento de putas habita, que tienes una buena tajada del negocio y que si bien no eres millonaria, no te preocupa el dinero.
Para tí el amor es una buena cogida, sin condón y de a grátis. Porque todo lo que se dice de él no es cierto.
De todas tus descendientes no hay ninguna que no se dedique a lo mismo y salvo tu nieta, ninguna se ha casado ni sufrido por amor.
Si bien he querido compartir tu existencia, el personaje tan interesante que eres y tu forma suigeneris de ver la vida, me quedo con todas esas historias que me contaste y la honesta amistad que tu familia me brindó.
Pues nos tienes que contar alguna con ese estilo pulcro que te carateriza.
Un abrazo