III Power Switch
Natalia es una mujer muy atractiva, de estatura más bien pequeña, con una figura poco voluptuosa. Su rostro es el de una niña traviesa muy, muy bonito. Pero en mi opinión lo más atractivo que tiene es su gran inteligencia. Una chica que siempre tiene una respuesta a todo y que no hay problema que la detenga. Es como yo la describiría en pocas palabras.
Nos conocemos desde hace unos 8 años, siempre nos hemos llevado muy bien y las poquísimas ocasiones que trabajamos en el mismo proyecto, fueron muy positivas y agradables.
Conocí a su pareja por mera casualidad, alguna ocasión que nos encontramos en un centro comercial. Un tipo alto, robusto y un tanto malencarado, pero que pone ojos de cachorro enamorado cuando ve a Natalia. En la breve plática que sostuvimos me percaté que es ella la que tiene la batuta de la relación, él hablaba muy poco y solo para afirmar lo que decía Natalia. Él cargaba las bolsas de las compras.. pero también la bolsa de Nat.
Un par de semanas después de dicho encuentro, Natalia me invitó a ver con ellos el football americano. En alguna ocasión habíamos conversado un poco sobre la NFL y me sorprendió gratamente ver que sabía bastante al respecto. “Lleva algo para chupar y comer..” dijo ella animosamente mientras se despedía de mi a la distancia.
Armado con suficientes bebidas y botanas para las siguientes 9 horas, llegué a su casa justo al medio día que comenzaban los primeros partidos. Me recibió la pareja de Natalia con jersey de football y shorts. Tomó inmediatamente las bolsas que traía en la mano y tras dejarlas en la cocina me condujo a un pequeño sillón de 2 plazas frente al inmenso televisor donde ya estaban las primeras acciones de los partidos.
Me puse cómodo en el silloncito, mientras escuchaba como Román (la pareja de Natalia) se afanaba en preparar las botanas que yo había traído. 5 minutos después Román se sentaba junto a mí en el sillón.. Se me hizo un poco raro, puesto que había 2 sillones individuales que también tenían perfecta vista de la tele. Me re-acomodé para hacerle un poco más de espacio y seguimos viendo el partido.
Le hice un comentario sobre la jugada que acaba de pasar y con cara un poco abyecta, me dijo que él no sabía mucho de americano, que era a Natalia a quien le encantaba verlo. Ya que había salido al tema Natalia, le pregunté por ella. “Se está terminando de preparar.. ahorita viene”
Un poco extrañado seguí viendo el televisor. Pocos minutos después finalmente apareció Natalia, con su cara de niña traviesa, el pelo mojado y un enorme jersey. Me saludó muy naturalmente con un pequeño beso en los labios, que yo atribuí a un mero descuido ó coincidencia. Sin dejar de ver la pantalla, Natalia se sentó también en el pequeño y ahora muy poblado sillóncito.
Al sentarse nos tomó de las piernas a Román y a mí. Un gesto que nuevamente se me hizo simpático pero, no le dí mayor importancia. Pasaban las jugadas y ahora si, Natalia y yo intercambiabamos comentarios y opiniones, mientras Román veía sin entender o emocionarse mucho.
Natalia, por el contrario, se movía y celebraba cada jugada. Tras una jugada muy emocionante saltó y se quedó de pié sobre el sillón, pude confirmar que estaba desnuda debajo del jersey.
Para el medio tiempo, las bebidas ya habían hecho lo suyo y estábamos muy cómodos y “socialmente lubricados” y al parecer a ninguno de los 3 nos incomodaba la extrema cercanía que estar en el silloncito obligaba.
En la pantalla apareció por unos segundos un close up de los jugadores formados durante la ceremonia del himno. “MMMHHH…” ronroneó Natalia.. la volteé a ver y con su mirada fija en la pantalla dijo “Que delicia de pitotes se les ven.. me imagino que tienen unos huevotes..”
Su comentario me agarró por completa sorpresa, pues nunca pensé que la niña traviesa fuera capáz de decir o pensar algo por el estilo. Pero pronto me daría cuenta de su verdadera naturaleza..
“Mira papi… ve que rico pitote, se le vé.. como para metermelo a la boca…” mientras decía esto, separaba las piernas y comenzaba a tocarse. Román de inmediato empezó a acariciarle los senos. “Uff.. ve que pinches nalgotas tiene este.. y con esas piernotas imagínate la pitiza que me acomodaría dándome ese pedazote de carne. Te gustaría verme mientras ese jugador me coge papi?”
Tras darle un húmedo beso a Román, empezó a acariciarme la entrepierna. “Mira papi, ya estoy bien mojada de pensar en las vergas de los jugadores, quieres olerme la conchita?” De inmediato paró las nalgas para que Román pudiera olerla.
Mientras tenía las nalgas al aire, me comenzó a besar, un beso muy rico, sin prisa y muy cachondo. “Hoy la vamos a pasar de lujo, verás.” los tres estábamos ocupados disfrutando del momento, Natalia desvistiendome, mientras Román le besaba la vulva y yo acariciaba sus senos, paraditos y con unos pezónes rosas muy estéticos.
El juego ya se había reiniciado, pero nosotros estábamos en otro mundo. Natalia se montó en mí y me preguntó al oido si había problema que Román me chupara los huevos, “Me encanta verlo mamar los huevos a mis machos, que ayude a sacarles la leche que se va a cenar”
El tiempo restante de los partidos, la pasamos delicioso, cogiendo despacio, sin prisa tomando ligeros descansos para redescubrirnos nuevamente. Natalia era una verdadera bomba de sexo, que no se hartaba de sentirme, chuparme, comerme, montarme. Mientras que Román limpiaba constantemente mi semen de su conchita, su culo y su boca. Sin decir mucho, sin hacer mucho ruido, simplemente disfrutaba de su rol de cornudo.
En algún momento ví que Román usaba una jaula de castidad y que su pene estaba casi morado por la constante excitación y la limitación de la jaula. Natalia fue por la llave y finalmente lo liberó, un pene verdaderamente enorme brincó de la jaula y tras unos pocos movimientos por parte de Román eyaculó lo que parecía un litro de semen.
“Todo un mes de semen ahorrado en su jaulita, viéndome cada domingo coger con mis machos”