La vida con Paty

Conocí a Paty durante una breve consultoría en la empresa donde ella era administrativa. La naturaleza del proyecto nos puso largas horas trabajando juntos, durante las cuáles hicimos un eficiente equipo de trabajo y se inició una buena amistad.

Paty es una mujer 14 años mayor que yo, con ojos claros muy lindos, de carácter dulce y siempre con una sonrisa en los labios. Cuando la conocí era una mujer madura que irradiaba una sensualidad difícil de pasar por alto, y aún cuando su cuerpo ya no tenía la lozanía de la juventud, tenía una figura voluptuosa que siempre llamaba la atención.

Los tres meses del proyecto, se fueron en un abrir y cerrar de ojos, por lo que decidimos vernos para almorzar ún sábado. La relación dió un giro radical desde esa primera vez que nos vimos fuera del ambiente laboral, la conversación seguía siendo muy placentera y fluída, pero ahora los temas ya no eran la música, los libros y la muy discutida política. Desde ese día el sexo ocuparía la mayor parte de nuestras conversaciones.

Me sorprendió enormemente escuchar a la dulce y tierna Paty, hablándome de lo mucho que le gustaba coger, con lujo de detalles y utilizando un delicioso y soez vocabulario. Ahora el cotilleo diario de la oficina era aderezado con detalles de fantasías y en algunos casos, con historias de encuentros reales con sus compañer@s. Continuar leyendo “La vida con Paty”

La niña bien portada

Pelo rubio, ojos azules, piel muy blanca y con facciones de muñequita, Verónica era la típica niña bien portada, tranquila y estudiosa. Eramos compañeros de salón desde 1º de secundaria, algún par de ocasiones habíamos sido compañeros de equipo, pero realmente no podía decir que fuéramos amigos, la única amiga que tenía era Noemí, una chica igual de tímida y estudiosa que ella.

Un día como tantos en que me disponía a pasar 2 horas extras en el salón de castigados después de clases, se abrió la puerta y mayúscula sorpresa me llevé al ver entrar nada menos que a la directora en persona trayendo a Verónica.

Una vez que se había ido la temible directora y tras asegurarme que no había nadie detrás de la puerta, le pregunté a Verónica porqué estaba allí. -“Para que te haya traido ella personalmente, es porque hiciste algo realmente malo”- Verónica simplemente agachó la mirada y se soltó a llorar. Aún con los ojos hinchados por el llanto, la nariz moqueante y las mejillas rojas, se veía muy linda, como muñequita de porcelana de finísimas facciones. Continuar leyendo “La niña bien portada”